lunes, 3 de mayo de 2010

Autoengaño


Estaba sentada en un apacible jardín de la universidad. No había nadie y lo único que se podía escuchar era el sonido del viendo y el canto de los pequeños pájaros citadinos. Fue un momento hermoso y tranquilizador, aunque tan sólo durara por un instante. El motor de un coche interrumpió el equilibrio de sonidos apacibles, a lo que le siguió un avión surcando el cielo y una multitud de alumnos riendo y hablando, caminando para entrar a clase. La joven se puso sus audífonos, eligió su canción favorita de rock y volvió a sumirse en su propia tranquilidad. Es un momento hermoso, aunque tenga que terminar dentro de un instante...