martes, 30 de noviembre de 2010

De laniparinos y anémonas (¿o anemonanas?)




Un día pintado a la acuarela sería un día que se escucharía como “Scarborough Fair”. Sería un día de colores tenues, aunque intensos. Un día que llenaría el lienzo casi sin querer, derramándose como agua.

Sería un día absorbido en el tiempo. De esos momentos insignificantes y olvidables, pero que de hecho no lo son porque alguien les tomó una fotografía. Y aunque nadie la vea, empolvada en un viejo álbum, se ha quedado atrapada, fija y quietecita, esperando que alguien llore o ría el día del reencuentro.

Un día pintado de acuarela sería azul, casi transparente. Sería un día desnudo, hermoso y triste... o alegre. Depende de las palabras y de los sonidos que se usen.

Acabo de descubrir que “acuarela” es una palabra que me gusta. La agregaré a mi lista.