martes, 27 de julio de 2010

La extraña y muy secreta historia del zapato gigante

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Voy a contarles una historia secreta, tan secreta que nadie más se las contará jamás, tan secreta que si preguntan por ella todo mundo negará su existencia, tan secreta que si no la cuento dejaría de ser secreta y sería inexistente. 

Cuando yo era muy pequeño y con muy pequeño me refiero a muy muy pequeño, de unos dos o tres centímetros de altura. La gente en realidad no era real. La gente era de plastilina y vivía en cascaras de nuez, pero no cualquier tipo de nuez, tenían que ser las cascaras de las nueces de castilla. Se preguntarán por qué ahí; y la respuesta es más sencilla de lo que parece "Son resistentes y están en los árboles" y los árboles como todos los primates saben (y en especial los lémures), son lugares muy cómodos para vivir.

Pues sucede que cuando la gente era pequeña y de plastilina y vivía en cascaras de nueces de castilla, pasó algo extraordinario. Apareció un zapato, grande grande, bueno en realidad aquel zapato tendría el tamaño de cualquier zapato hoy en día, pero si enfatizamos en que la gente tenía dos o tres centímetros de altura (tal vez más, tal vez menos), aquel era un gran acontecimiento sobretodo por que el zapato estaba usado y nadie sabía por quién.

Así que algunos fanáticos comenzaron a dejar de usar zapatos porque tenían la impresión de que aquel zapato era el símbolo de que existía un ser, si no superior, al menos sí mucho más grande. Muchos otros cayeron en la locura, casos de suicidios colectivos comenzaron a aterrorizar las antiguas colonias donde la gente no usaba zapatos sino una especie de sandalias de corcho que eran muy cómodas. Yo vivía en una de esas comunidades y nos llamaban "la comunidad de las sandalias". La comunidad de los zapatos nos aborrecía y la comunidad descalza nos idolatraba. Pero que les puedo decir, yo sólo usaba sandalias no por que unos me aborrecieran o me idolatraran sino porque así eramos nosotros, porque habíamos usado sandalias toda la historia del mundo (que no era tanta) que iba yo a saber de zapatos, agujetas o pies descalzos, había vivido siempre con sandalias y con sandalias me iba a morir.

No quiero alargar mucho la historia, y tampoco es que quede mucho por contar, pero pasó que un día de repente crecimos y nos hicimos de carne y hueso.

- ¿Y eso es todo señor?

- Sí, eso es todo.

- Pero las nueces no miden dos o tres centímetros ¿cómo podían vivir en ellas?

- Es que eran nueces muy grandes.

- ¿Tan grandes como el zapato?

- No, no tan grandes.

- Pues yo no le creo.

- Lo se, pero hay una foto de mi mismo cuando era de plastilina que te haría creerme.

- ¿Y dónde está?

- La he perdido.
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