Ayer vi un parumbo. Ya había escuchado y leído sobre ellos, pero nunca había visto uno. Incluso llegué a pensar que no existían y que se trataba de una mera invención que pretendía tomarme el pelo. Por eso me sorprendí bastante cuando lo vi aparecer por una esquina del cuaderno de Liz.
Estábamos en clase de Heidegger y no podía intentar atraparlo, porque seguramente iba a hacer un escándalo enorme y Pilar se habría molestado bastante. Admás a Liz tampoco le habría encantado que rompiera su apunte para apoderarme del dichoso parumbo. Por eso contuve la respiración y me limité a observar. Procuré no perderlo de vista para que no se me escapara ningún detalle.
De inmediato supe que era un parumbo. Era pequeño, colmilludo y malencarado. Tenía los bracitos levantados y la boca abierta en una actitud amenazante, pero la verdad no daba mucho miedo. Por supuesto, nunca se lo diría, pues de por sí ya tiene suficientes tendencias autodestructivas como para deprimirlo más.
Lo que más me llamó la atención fue la textura de su piel. No estoy segura si eran pelos o escamas. Sea lo que sea, era de un color verde metálico muy agradable a la vista. Por desgracia, no se puede decir lo mismo de su olor. Apestaba de una manera impresionante para ser tan chiquito.
Me gustaría poder hablarles más del parumbo, pero no pude estudiarlo más porque Liz cambió la página del cuaderno y lo perdí de vista. Eso sí, nuestra compañera es una gran artista...
Estábamos en clase de Heidegger y no podía intentar atraparlo, porque seguramente iba a hacer un escándalo enorme y Pilar se habría molestado bastante. Admás a Liz tampoco le habría encantado que rompiera su apunte para apoderarme del dichoso parumbo. Por eso contuve la respiración y me limité a observar. Procuré no perderlo de vista para que no se me escapara ningún detalle.
De inmediato supe que era un parumbo. Era pequeño, colmilludo y malencarado. Tenía los bracitos levantados y la boca abierta en una actitud amenazante, pero la verdad no daba mucho miedo. Por supuesto, nunca se lo diría, pues de por sí ya tiene suficientes tendencias autodestructivas como para deprimirlo más.
Lo que más me llamó la atención fue la textura de su piel. No estoy segura si eran pelos o escamas. Sea lo que sea, era de un color verde metálico muy agradable a la vista. Por desgracia, no se puede decir lo mismo de su olor. Apestaba de una manera impresionante para ser tan chiquito.
Me gustaría poder hablarles más del parumbo, pero no pude estudiarlo más porque Liz cambió la página del cuaderno y lo perdí de vista. Eso sí, nuestra compañera es una gran artista...
¿Un parumbo en mi cuaderno? Voy a tener que buscarlo, no vaya a ser que se quede oliendo feo. Suena casi tierno cuando lo describes. Es extraño saber que son escandalosos, seguro tienen gritos horribles. Cuando los he visto andan callados, con ese silencio que absorbe cualquier otro ruido. Como pequeños dementores desempleados :)
ResponderEliminarNo, el parumbo no es escandaloso, sino que yo habría hecho un escándalo terrible al intentar atraparlo, jeje.
ResponderEliminarMe gustó eso de "dementores desempleados".